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20 años no es nada
PorHugo Lagos FechaOctubre 2008

Después de una corta y extraña gira a fines de agosto del 88 por la entonces todavía RDA, al regresar a Francia las noticias que llegaban de Chile se precisaban cada vez más, la campaña del NO agarraba una fuerza insospechada. Con el líder Ricardo Lagos a la cabeza, el partido por la democracia más todas las otras fuerzas democráticas, se vislumbraba la posibilidad real de vencer a la dictadura y volver a un régimen democrático de libre expresión política. Naturalmente fuimos invitados a participar y entre llamados telefónicos en medio de la noche por causa de cambios de hora llegaron los pasajes y partimos a Santiago después de 15 años de exilio.

La última concentración en la Longitudinal Sur fue impresionante, cuadras, cuadras y cuadras de gente, una sonrisa en los labios y la bandera multicolor del NO en las manos. Todo el mundo participó y el reencuentro con amigos, compañeros de universidad, de liceo, del barrio, con amigos franceses, italianos, alemanes que vinieron desde Europa, con los familiares cercanos y lejanos fue alegre y optimista.

En la noche empezaron los apagones, mi compadre Aguayo dijo “empezó el hueveo”.
Campaña del miedo, del terror, la incertidumbre.
Los observadores internacionales transmitían las informaciones y la expectación en el mundo por lo que sucedía en nuestro país era grande.
Nunca se sabe, y los resultados tardaban en aparecer. Demasiado.

Fue alrededor de la medianoche cuando las autoridades con la cara descompuesta anunciaron la victoria del NO. La alegría estalló así como también las botellas de champaña, las mismas que destapaban los sepultureros de la democracia en el 73. Esta vez una primavera llena de esperanzas invadía los corazones.
Volvimos a Santiago en enero del 89 y los emocionantes conciertos del entonces teatro California quedaron “inmortalizados” en una grabación “live” hoy día casi desaparecida.
Se cerraba un ciclo.

De vuelta a Francia empezó otra vida. En noviembre de ese año se derrumbó definitivamente el muro de Berlín y con él la cortina de hierro. Tiempos de Glasnost y Perestroika. El mundo cambió de fisonomía.

En la actualidad, es todo el “orden” mundial, económico y cultural el que se está quebrajando.

Se está cerrando otro ciclo.