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Barcelona 1974-2010
PorHugo Lagos FechaOctubre 2010

Las Ramblas habitualmente atestadas de ciudadanas y ciudadanos catalanes y del mundo estaban casi vacías, Cristóbal Colón en su pedestal desde su elevada soledad contemplaba el amanecer. A lo lejos, un rumor de mar.

Subimos lentamente la popular peatonal solitaria a esas horas de la mañana y nos sentamos en un banco público, el cielo comenzaba a abrirse, la Sagrada Familia aún dormía.

Barcelona, primer territorio libre de España, y no sólo en el terreno político, el oscurantismo venga de donde venga no tiene tregua por estos lados, los catalanes toman muy en serio lo de las libertades individuales. El pensamiento no se encarcela, las palabras tampoco.

Desde el monte Carmelo, barrio popular, se domina gran parte de la ciudad, allí vive Salvador Allende y la estatua erigida en su honor contempla estos cerros que evocan inevitablemente a la distancia nuestro Valparaíso. Un minuto para recordarlo con respeto este 29 de octubre.

José Luis, Marcial y Eulogio dos catalanes y un chileno. Eulogio Dávalos, benemérito guitarrista nacional afincado en tierras catalanas, José Luis co-organizador de las memorables jornadas de 1974 con Agermanament y Marcial quien hiciera no sé cuantos km. para venir a ver a Quilapayún a Perpiñán, primera ciudad catalana en el sur de Francia, y quien dijera a su mujer después de nuestra presentación, “estos son los verdaderos Quilapayún” y acto seguido organizó dos conciertos uno en Zaragoza y el otro en Barcelona marcando así nuestra vuelta a España después de años de ausencia. Estos venerables señores al final se salieron con la suya. La ciudad de Barcelona rinde homenaje al conjunto chileno, Quilapayún.

¿En nombre de qué?

Del bien más preciado del hombre. La libertad.

En 1974 se vivía en España el último año de la dictadura, en Chile, el primero.

Este 29 de octubre de 2010, el sol inunda abundantemente la ciudad, músicos callejeros animan la plaza Cataluña, un hervidero de gente sube y baja las Ramblas, saltimbanquis silenciosos y palomas impertinentes acompañan el rumor del incesante paseo. El corazón de Barcelona late con fuerza libertaria y a lo lejos, el mediterráneo tranquilo te baña.