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Misa Aymara
PorHugo Lagos Fecha23 Octubre 2011

A Luis, Osvaldo y los compas del Ayni.

Ningún conquistador pasaba, la tirana Ñusta Huilliac les cortaba la cabeza y el desierto seguía virgen.
Pero pasó lo que tenía que pasar, la tiranita que también tenía su corazoncito se enamoró del conquistador portugués y se quiso ir con él y sobretodo bautizar. Pecado mortal. Indignados sus súbditos le cortaron la cabeza por alta traición.
Años más tarde pasó el cura y puso una inmensa cruz de conmemoración, la Tirana fue erigida en mártir y hasta el día de hoy es venerada.

La Abadía San Miguel data del siglo X, comenzó a ser construida en el año 972. De confesión católica romana y benedictina se yergue derecha como la justicia en la ciudad de Gaillac cerca de la ciudad de Toulouse en el suroeste de Francia.
A las 20:30 horas se apagaron las luces y desde el fondo de este antiguo monasterio estalló el sonido de los sikus al ritmo secular de inmensos bombos legüeros, el grupo Ayni impecablemente vestido con sus ponchos granates y sus sombreros blancos iniciaron en círculo la gran misa Aymara. La transmutación fue inmediata, la Abadía se convirtió en desierto o el desierto entró al monasterio, no lo puedo decir a ciencia cierta, lo que si es cierto es que el espíritu de la Tirana estaba presente, no cabía duda.

Presencia masculina “uywir malkus”, presencia femenina “uywir t’alla”, cerros sagrados. Padre montaña, Madre montaña, tú que nos proteges y nos das la fuerza que necesitamos para existir, sin ti no somos nada.

La cantata “Ser Aymara” nos transportó con sus elementos a nuestros lejanos orígenes y en este viaje nos acompañaron hombres, mujeres y niños, tal vez eran franceses, tal vez no. Lo cierto es que hicimos el viaje juntos y compartimos la magia de las palabras y la música.

La profundidad de la simplicidad es a veces abismante.

“Lunita blanca, blanco lucero
Dame tus besos, casarme quiero”

¡Levanta hijo levanta, qué mañana será otro día!