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Polvo de estrellas
PorHugo Lagos FechaNoviembre 2010

Las ideas siempre andan dando vueltas en el aire y de repente por obra de la santa inspiración y sobretodo del trabajo, se cristalizan.

Hacía rato que Carrasco andaba detrás del compositor chileno de música contemporánea Juan Orrego Salas a ver si se interesaba en hacernos alguna cosa.

Después de una epistolar correspondencia, un día, el maestro Orrego desde su lugar de residencia en Estados Unidos nos mandó a pedir las tesituras vocales y la de los instrumentos que utilizábamos, en una prehistórica cassette le enviamos la “preciosa” información, así nació el “Canto para Bolívar” basado en la obra de Neruda . No sé cuanto tiempo nos demoramos en montarlo, ensayarlo y grabarlo, lo cierto es que al final todos quedamos más que satisfechos con el resultado. En este año de conmemoraciones bicentenarias y por ende bolivarianas, esta pequeña cantata de diez minutos debería tener un poco de difusión.

Que alguna radio se ponga las pilas.

A fines del 80, después de acalorados debates en torno a la democracia interna, los integrantes de Quilapayún dejaron de ser militantes comunistas.

Esto coincidió con uno de los mejores trabajos del Quila período del exilio, “La revolución y las estrellas”, lamentablemente poco conocido en Chile por causa de dictadura y exclusividades disqueras. El “Canto para Bolívar” forma parte de ese trabajo.

El mismo Carrasco había hecho la canción “Luz negra” cuyo contenido habla de una derrota política y de la necesidad de poner en el corazón de cualquier cambio social la dimensión cultural y espiritual del hombre. El disco fue tomando cuerpo.

Fue después de una comida en su casa, estábamos todos sentados conversando animadamente cuando de repente el dueño de casa se paró de la mesa desapareció algunos segundos y volvió trayendo en sus manos un artefacto blanco de forma cilíndrica, era un potente catalejo, ahí mismo desde el quinto piso de su departamento en Paris nos pusimos a escrutar el cielo. Los anillos de Saturno impresionaron a todo el mundo y todo el mundo quedó con el infinito en los ojos. Él tenía también un texto llamado “Las estrellas”, un día después del ensayo me dijo “porque no haces tú la música…”. En cierta manera ese texto representaba un poco lo que vivíamos individual y colectivamente en ese momento: “Cantando estrellas en guitarra oscura te escancio el cielo con mi voz dormida…” “pez que emprendiste solo la aventura, mas allá de las aguas germinales…” “…basta de tierra amarga y sólo tierra…”, “Andrómeda muriendo se hace bella…”, la canción se hizo, se ensayó, se grabó y finalmente forma parte del título del disco. El arreglo le pertenece integralmente.

Alguien dijo, “lo invisible es infinitamente más vasto que lo visible”, tal vez sea eso lo que la canción quiere decir, en todo caso, esa afirmación es uno de los fundamentos de “La revolución y las estrellas”.

Mas tarde fueron apareciendo, “Sandino con sombrero” cuyo texto pertenece al inefable Desiderio Arenas, “La primavera” con texto de Rafael Alberti, “Dispajarate”, “Eclipse”, “Trompe” y un homenaje a Violeta Parra, “El gavilán”, cantada por la amiga Isabel.

Las estrellas mueren y no queda más que polvo.