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¡¡¡Que viva Pasto carajo!!!
PorHernán Gómez FechaMayo 2010

- Ay qué pena maestro -, dice una joven pastusita y te extiende el CD solistas abierto.

Tú vienes saliendo del teatro después del concierto y sorprendido atinas sólo a sonreír tratando de entender de qué se trata. Pero la confusión se despeja rápidamente.

-¿Qué pasa compañerita, no le gusta el « Solistas »?

-Ay, no maestro, está chévere, pero regáleme su firma al lado de su foto pues!

-Pero claro compañerita con mucho gusto.

Se habla bien el castellano en Colombia, pero en Pasto se habla irresistible. La primera impresión es curiosa pero visto de cerca es de una fineza que no existe en otra parte.

Qué pena quiere decir siento molestarlo. Pero lo siento lo dicen sólo cuando se trata de algo grave. Entonces normalmente te dicen regáleme, entonces imposible de negarse a algo que no cuesta nada. ¿Sutil no les parece?

Al otro día, otra vez te sorprenden, a la salida de un coloquio.

-Regáleme una foto por favor maestro.

Cresta, esta vez es el vice rector de la Universidad de Nariño que te lo pide. Tú buscas infructuosamente en tu maletín; regalar una firma el día anterior fue fácil, en cambio para regalar una foto de Quilapayún hay que tenerla físicamente.

-Lo siento doctor, no tengo fotos aquí…

Estás a punto de pedirle su mail para mandarle una al día siguiente, pero nuestro anfitrión ha resuelto tu embarazo de manera inesperada.

-No, no busque maestro, ya está.

Uno de sus colaboradores nos saca una foto tomados del brazo, foto donde ambos saldremos seguramente con una sonrisa que nos dará dos veces la vuelta de la cabeza. Entonces regáleme una foto se traduce permítame sacarme una foto con usted. Eso era todo, así de simple.

Ahora, literalmente hablando, nunca habíamos causado tanta pena y regalado tantas fotos como en Pasto, así no más fue. Durante la despedida en el aeropuerto, los Quilas y los que nos acompañaban lloramos como la Magdalena, o en el mejor de los casos nos contuvimos carraspeando para deshacer el nudo que nos apretaba la garganta.

Pasto se llama así en honor a los Pastos, habitantes precolombinos de esas regiones situadas à 2 200 m de altura, soberbios guerreros que impidieron todos los intentos conquistadores del Inca. Tampoco fueron dominados por los españoles y Bolívar logró anexarlos con enormes dificultades a la Gran Colombia. Así nos informa Paola Coral, la encantadora directora del Teatro Imperial.

Así, en un país en estado de guerra interna desde hace más de 40 años, la provincia de Nariño con su capital Pasto sigue siendo una excepción, es una isla pacífica colgada del cielo. Entre montaña y trópico, entre cochas y volcanes, todo es original y bello. Si Colombia es un país hermoso, Nariño no desentona en nada de esa imagen.

Tiene un clima que no conoce las estaciones y cuando hacen 15 grados dicen que hace frío. Por el contrario para acalorarse hay que bajar a la costa, a otra provincia y por lo tanto a otro mundo.

Los pastusos y pastusas que nos recibieron son gente aparte no hay la menor duda.

Al mismo tiempo la actualidad local es muy distinta al resto de Colombia, se diría otro país, no hay guerra, uno que otro militar de guardia en los edificios públicos. Sus habitantes son más bien calmos, amables, auténticos y musicales. De la misma manera, así como embellecen el castellano, sus músicos y cantantes han embellecido con esmero muchas canciones venidas de Chile tales como « Te recuerdo Amanda », « El manifiesto » o « La Muralla ». Tocan todo tipo de ritmos, rasguean el charango con la habilidad de los bolivianos, cantan boleros de Lucho Gatica, llevan al Chile de Violeta, de Pablo y Salvador en el corazón.

Gracias Pasto, ojalá podamos volver luego!!