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El regreso que es todo un símbolo
FuenteRevista: SALIMOS Fecha24 Noviembre 1983 PaísArgentina


Edición transcrita/traducida

Quilapayún, el canto latinoamericano

En la presente nota, encontrará el, lector toda la información sobre este grupo de fama mundial que volverá a presentarse, tras larga ausencia, en la Argentina. La gira marcará, al mismo tiempo, la máxima proximidad de los artistas con su país, Chile, luego de diez años de exilio. Incluimos además un par de recuerdos. Su descubrimiento en Buenos Aires es evocado por un periodista memorioso y especializado. El otro está dedicado al mártir del canto cuyo nombre -para nosotros- está estrechamente unido a Quilapayún: el de Víctor Jara.

“El hombre debe decidir, por no poder saber”, dijo el pensador. Y en esta constante necesidad de decisión que es la vida, solemos equivocarnos. Los porteños, por ejemplo, que gustamos de la mejor música latinoamericana, decidimos que aquel que dio Quilapayún en diciembre de 1972 era un concierto más. Nada parecía indicar lo contrario. Corrían los últimos días del gobierno de Lanusse. El canto de moda era, también, "Se va a acabar". Habría elecciones en un par de meses, volvería otra vez la democracia. Nadie podría impedir, en ese contexto, que los Quilapayún, virtuales embajadores culturales lo serían oficialmente en un tiempo más- de un presidente elegido por el pueblo, Salvador Allende, en un país vecino y hermano, traspusieran una y otra vez la Cordillera para regalarnos su música enfervorizada, inteligente, contestataria. Mal podíamos imaginar que deberían transcurrir once años para tenerlos de nuevo.

Análogamente, mal podían imaginar los artistas chilenos que el viaje que emprendieron en agosto de 1973, designados embajadores culturales del gobierno de la Unidad Popular a la Conferencia de Países No Alineados que tuvo lugar en Argelia, y para cumplir algunas actuaciones en Francia y Escandinavia, sería el comienzo de un destierro que lleva ya una década, y cuyo término es apenas una débil - ansiada-- esperanza. Mucho menos, que muy probablemente ésa haya sido la excusa del destino que les salvó la vida.

"El 11 de septiembre nos encontrábamos preparando nuestras primeras actuaciones en el Olympia de París, cuando supimos la noticia del golpe militar en Chile. Esto cambió nuestros planes y nuestra vida, pues comprendimos inmediatamente que, dada la nueva situación en la que comenzaba a vivir nuestro pueblo, no podíamos siquiera soñar en volver. Por este motivo, organizamos nuestro exilio en Francia, que hemos tratado de transformar positivamente en un período de creación y de acumulación de experiencias" , dice Eduardo Carrasco, director artístico del conjunto.

Quilapayún fue, en un principio, un trio de jóvenes universitarios inclinados a la música popular, que tomaron del acervo folklórico latinoamericano. Esto ocurría en Valparaíso, hacia 1965. Desde unos pocos años antes, había comenzado a cobrar entidad la figura de otro joven artista, Victor Jara. 1966 es un año crucial para ambos, para el solista y para el conjunto, ya que Jara se integra a Quilapayún en la función de director artístico, que el grupo mantiene desde entonces y que actualmente ocupa Eduardo Carrasco, el único de esa época entre sus actuales integrantes. Son los años de la cantata "Santa María de Iquique' y del disco "Canto Rebelde' que recorrerán -_junto con otras obras- el mundo, identificando al solista con los "Quila" probablemente para siempre. La primera es, creemos, suficientemente conocida. Del segundo, que tuvo en nuestro país una circulación más limitada por razones fácilmente comprensibles, recordaremos que incluía, además de temas latinoamericanos, otros europeos, como "Mamma mía, dame cento lire" y varias canciones republicanas españolas; y que su tapa reproducía la bandera estadounidense imaginada por Mark Twain (con calaveras en lugar de estrellas) que resultaba muy acorde dada la simultaneidad de la guerra de Vietnam. Jara permaneció en el cargo hasta 1969, año en que decide intervenir activamente en la campaña presidencial de Allende, finalmente triunfante. Candidato de las izquierdas en forma sistemática, el político había sido derrotado en las elecciones inmediatamente anteriores por el conservador Alesandri primero, y por el democristiano Frei después, quienes habían sido presidentes de Chile en los años que venimos viendo. Sin embargo, no hubo en ellos ninguna persecución, ninguna censura para los músicos. Hacemos hincapié en este hecho para demostrar que su canto florece en la democracia, es inherente a ella más alla de las banderías. Y que, por el contrario, resulta inadmisible para las tiranías. Jara continúa, empero, como asesor de Quilapayún. Y aquella intención de universalizar el canto vanguardista no será abandonada ya más. Por el contrario, las circunstancias obligan a intensificarla. Prosigamos escuchando a Carrasco:

"Estos años han sido de reflexión y de profundización de nuestro cometido. Hemos hechos una carrera internacional que ni siquiera soñamos cuando cantábamos en Chile en las peñas o en las grandes manifestaciones populares. El estar sometidos a un alto nivel de exigencias artísticas, poéticas y musicales, nos ha obligado a revisar muchas cosas, manteniendo por supuesto la matriz de nuestro canto y ahondando la dirección de siempre.

Felizmente hemos vivido en un medio que no nos exigió romper con nuestra identidad y que valora la originalidad de nuestra música latinoamericana. En todo este tiempo, hemos hechos grandes cosas: recitales en los más grandes teatros (Olympia de París, Albert Hall de Londres, Carnegie Hall, de Nueva York, el Palacio de los Deportes de España, el Palacio del Congreso de la URSS, el Congrese Halle de Alemania, el Théatre 140* de Bélgica, el Convocational Hall de Canadá, la Basílica de Massenzio en Italia, el Teatro Bellas Artes, de México, el Amadeo Roldán de Cuba, etc.), importantes programas de televisión, discos que se editan en muchísimos países y, sobre todo, decisivos avances creativos. En los últimos años del gobierno popular, la canción chilena llegó a un extremo grado de politización que, en cierto sentido, desvirtuó sus valores culturales. Esto, en las condiciones de un país polarizado y asediado por fuerzas internas y externas, no pudo evitarse: la canción panfletaria fue más una expresión de responsabilidad patriótica que el resultado de una voluntad artística y cultural. Estos años de exilio nos permitieron recuperar el impulso cultural de los años iniciales, y logramos dar un vuelco en nuestro trabajo. Además, la experiencia escénica recogida ha transformado nuestros espectáculos "en vivo" en una actividad que tiene a la poesía como protagonista principal. Entiéndase: de ninguna manera nos olvidamos de la política. Es precisamente ella la que nos exige adaptarnos al presente. Estamos entrando a una época en la cual, después de una experiencia desastrosa. de represiones, dictaduras y arbitrariedades, se ha revalorizado el sentido de la democracia. Hoy día sabemos que no tiene sentido una revolución social sin democracia. Pero, al mismo tiempo, también sabemos que la revolución no es solamente un cambio en las estructuras económicas de un país.

Nosotros proponemos ahora La revolución y las estrellas que es el título de nuestro último disco y que define nuestra actual dirección. El cambio social no puede perder de vista las metas más lejanas, que siempre serán una urgencia para el hombre. Se trata de construir una sociedad más justa y más al mismo tiempo, de crear libre pero, justicias y nuevas libertades'

Los demás integrantes de Quilapayún que actuarán en estos días en la Argentina son, además de su director artístico; Eduardo Carrasco, los siguientes: Carlos Quesada, tenor; percusionista. Guillermo Oddo, barítono y tenor; guitarrista y percusionista. Hernán Gómez, barítono; charanguista y guitarrista. Rodolfo Parada, barítono; guitarrista y bajista. Hugo Lagos, tenor; guitarrista, cuatrista, charanguista y flautista. Guillermo García, barítono y tenor; guitarrista. Ricardo Venegas, bajo; flautista, guitarrista y bajista.

El más recientemente incorporado al conjunto, Patricio Wang, quedará en Francia debido a compromisos contraídos con anterioridad. Wang, al que pertenecen algunos valiosos arreglos del último disco, tenor por su registro vocal y también flautista y guitarrista, es fundamentalmente pianista, instrumento con el que no se esperó contar -en óptimas condiciones en esta "tournée”, lo cual explica las cosas. En cambio, Los “Ouila esperan poder incorporar aquí un bandoneonista para interpretar la genial letra de Juan Gelman, "Balada del hombre que se calló la boca" (que grabaron junto a sus creadores, el Cuartero Cedrón), "La última curda" y un tango que les pertenece y estrenarán en Buenos Aires: "Re-volver".

Esto nos vincula con el repertorio que abordarán durante la gira. Lo integrarán además, seguramente, las canciones cuyas letras reproducimos, y las que mencionamos al referirnos a sus discos. Otras novedades, como "El discurso de Matta" por los derechos humanos, y "El malembe", contra las dictaduras. Acaso, algunos de los viejos temas, que sin duda serán reclamados por el público.

Lo más importante sera que Quilapayún esté de nuevo entre nosotros. Será como un símbolo. El viaje, del que se habla desde el año pasado y que comenzó a programarse a principios del actual, peligró hace unos meses. Una resolución misteriosa, copiada de la que impidió a Serrat actuar en Uruguay, pretendió impedir a los artistas su ingreso a nuestro país, bajo la excusa de utilizar el canto como instrumento de subversión. Por fin fue borrada tan sigilosamente como había aparecido.

Aventado el fantasma, aprestémonos a escucharlos con alegría, y dejemos otra vez a Carrasco la aclaración final. "Nuestro canto no es subversivo. Muchas veces hemos denunciado en nuestras canciones las injusticias de este mundo, pero nunca han faltado la esperanza y el amor, los anhelos de paz y fraternidad. Se nos ha tratado de encasillar en una imagen que distorsiona nuestros propósitos. En realidad, el compromiso con la poesía es nuestra causa primordial, y habría que comprender que todo lo hemos. hecho a partir de él. Hoy día las cosas están tan revueltas que, precisamente quienes nos acusan, son los que más violencia han traído a nuestro continente. Ojalá que todo el mundo pudiera debatir y defender sus ideas con las armas de la canción, pero lo cierto es que a la canción no ha dejado de reprimírsela con los métodos más violentos. Pero ninguna mordaza puede borrarla. Las canciones se filtran por todos los resquicios de libertad que dejan al continuar viviendo en todas partes”.

(Declaraciones de E. Carrasco tomadas de entrevistas realizadas por D. Arenas en París, en junio y septiembre de este año)

La gira

Los artistas chilenos ofrecerán su espectáculo, "Nuevamente Quilapayún"*, , en el que serán presentados por el poeta argentino Ar mando Tejada Gómez, los días siguientes: jueves 24 y viernes 25, Estado Luna Park de Buenos Aires; lunes 28, Estadio Neweil's Old Boys de Rosario; martes 29, Estadio Atenas de Córdoba; y viernes 2 de diciembre, Estadio Pacífico de Mendoza. Quedan, como se ve, algunos días libres, que tal vez sean utilizados para alguna presentación extraordinaria.

Los precios para los conciertos del Luna Park (anunciados ambos para las 21) son los siguientes: plateas preferidas $a 130 y Sa 110; súper pullman y plateas "C' Sa 90; plateas altas Sa 80; populares (que ya están agotadas) Sa 40.



Ricardo García Oliveri


Aquellos “Quila” de entonces…

En octubre de 1971 se presentó por primera vez en Buenos Aires el conjunto folklórico chileno Quilapayún, por entonces solamente conocido por el habitual grupo de iniciados en el descubrimiento de los valores que los medios de difusión se ocupan de ocultar. Conocer al grupo significaba revolver bateas en casas discográficas, entretenerse en el arte de la piratería discográfica.

Quilapayún aparecía editado por el sello marginal, Lince, sin mayores datos sobre ellos y su música, o por Famus, una subsidiaria de la inglesa EMI que los presentaba a través de Pathé o Ariel, de exhibición limitada en los comercios. Ni pensar que pudieran ser di fundidos en radio aunque ya se vislumbrara el final de la era nacida en la noche de los bastones largos del '66.

¿Alguien se atrevería a contratarlos y presentarlos en una sala de la calle Corrientes?

Por aquel entonces existía un pequeño núcleo empresarial que venia ofreciendo conciertos de música popular en forma subterránea: el Centro de Artes y Ciencias En salas "off Corrientes" sus Encuentros del hombre nuevo permitían una posibilidad de encontrarse con el folklore de América, la denominada nueva canción y los artistas marginados por el sistema. En 1971 ya la corriente de público hacia sus espectáculos había crecido significativamente. Se trataba de un público heterogéneo donde predominaban los jóvenes -en su mayoría estudiantes- notándose además la presencia de intelectuales, profesionales, empleados y en fin, esa clase media porteña politizada que siempre está a la búsqueda de un espectáculo de especiales características, donde por ejemplo predomine la canción testimonial o francamente de protesta.

En esa primera actuación Quilapayún -sus orígenes se remontaban a 1965 y ya llevaban grabados una media docena de long plays entre ellos la famosa "Cantata Santa María de Iquique” recién editada en nuestro pais al año siguiente- formo parte de un espectáculo juntamente con el catalán Raimon (quien contrariamente a Serrat nunca dejó de cantar en su idioma nativo, lo que lo transformó en un marginal contestario total del franquismo), nuestra Mercedes Sosa y el uruguayo Daniel Viglieti (pero, éste estuvo finalmente ausente por enfermedad en esa ocasión).

Fue en el Teatro Gran Rex, colmado en sus dos funciones, pese al alto costo de las localidades, por un público mayoritariamente juvenil, de largas melenas y barbas hirsutas (una sutil medida empresarial les permitió acceder fácilmente al espectáculo: los menores de 20 años abonaban solamente el 50 % de la localidad) y con un entusiasmo comparable al que pudo observarse en algunos recitales ofrecidos durante estos últimos años del Proceso surgido en 1976.

En aquel entonces Quilapayún nos impresionó vivamente por su estilo ascético, tanto en su presencia como en su música, y por su claridad ideológica, la forma directa y sin vueltas de encarar el mensaje. En aquel momento consideramos que "su notable creación', la Cantata Santa María de Iquique, "es una de las más bellas composiciones de largo aliento que hayamos escuchado esta temporada, que se ha caracterizado precisamente por la enorme cantidad de recitales basados en una temática testimonial, de protesta o directamente de rebeldía" y así lo dejamos escrito.

Es que el impacto visual de Quilapayún sobre el escenario, recordado a la distancia, fue muy grande y la coyuntura política contribuyó al entusiasmo. La cantata de Luis Advis pasó a ser una especie de mito, que después las nuevas generaciones buscaron de cualquier manera tener en una grabación para sostener y retemplar su espíritu. Es que de ellas emanaba - y eso quedó muy en claro en la función en vi-vo- una fuerza vital, potente, y como dicen los chicos ahora, brindaba energía.

Enfundados en sus ponchos negros, los siete integrantes de Quilapayún esa noche de octubre del '71 llenaron el escenario con su presencia y sus voces. A la derecha el relator, apenas con una luz cenital, recordaba: "Si contemplan la pampa y sus rincones/ verán las sequedades del silencio, el suelo sin milagro y oficinas/ vacías, como el último desierto". Antes, el pregón habla dado la ubicación del hecho histórico: "Se-horas y señores/ venimos a contar/ aquello que la historia/ no quiere recordar./ Pasó en el Norte Grande,/ fue Iquique la ciudad./ Mil novecientos siete/ marcó fatalidad./ Allí al pampino pobre/ mataron por matar./ Allí al pampino pobre/ mataron por matar"

En diciembre de 1972 Quilapayún retornó a la Argentina para actuar en el Luna Park y ya la prensa se ocupó de ellos. Hoy, ya artistas de proyección mundial, seguramente mostrarán qué pasó en estos 11 años.



Ricardo Horvath


Los discos

"'Quilapayún" estuvo expresa o veladamente prohibido en nuestro país largos años, de modo que la “Cantata”, “Canto rebelde” y los demás registros de aquella época son prácticamente inhallables, a menos que usted tenga verdadera fortuna revisando las bateas de usados. Fuera de ellos, los únicos que se consiguen en la actualidad son los tres últimos editados en nuestro país en el curso de los últimos doce meses. Todos son del sello EMI y por lo tanto tienen un precio similar, Sa 123. el disco o la cassette.

"PLEGARIAS'' (N° 6416, cassette 16416).
Contiene "Plegarias a un labrador' , "El canto del cuculí’’, cuatro huaynos, y otros.

"DARLE AL OTOÑO UN GOLPE DE VENTANA PARA QUE EL VERANO LLEGUE HASTA DICIEMBRE. (N° 6440, cassette 16440).
Contiene "Entre morir y no morir”, “Balada del hombre que se calló la boca.", "Caminante, sigue", "Monólogo de la cabeza de Murieta”, “Niño araucano' y otros.

"LA REVOLUCION Y LAS ESTRELLAS" (N° 6508, cassette 16508).
Dado que los dos anteriores fueron comentados en su momento, nos referiremos a éste con mayor amplitud. Contiene algunos temas excelente surgidos del propio conjunto, cada vez más cantautor: “Luz negra” y “Retrato de Sandino con sombrero” en primer lugar, pero también los instrumentales "Trompe” y "Disparajate” y, en menor medida, "Eclipse de sol'' y "Las estrellas". Además, un tema de Violeta Parra, "El gavilán", con intervención de Isabel Parra, "La primavera", musicalización del poema de Rafael Alberti y, como estupendo broche, "Un canto para Bolivar" de Pablo Neruda y Juan Orrego Salas. Se nota en general, comparando este registro con los de una década atrás o más, una revolución evidente en los arreglos, una mayor sofisticación si se quiere. y la nueva filosofía de la que habla el director artístico del conjunto en otro lugar de esta nota. Además es. obviamente, un registro producido en un país de otra lengua. Muchas veces los técnicos hacen predominar un efecto sonoro por sobre la claridad vocal. Pero es una placa hermosa. De las más bellas aparecidas en este campo entre nosotros últimamente.